jun 232012
 

Felipe Aizpun

Son muchos los físicos de prestigio que se han interesado por los enigmas de la biología. Quizás el más conocido en esta faceta sea Erwin Schrödinger por su célebre libro “What is Life?” escrito allá por los años cuarenta del pasado siglo. Este interés está más que justificado si tenemos en cuenta el carácter eminentemente reduccionista y mecanicista del paradigma dominante en biología, la Teoría Sintética de la evolución que recoge las intuiciones y convicciones filosóficas de Charles Darwin sobre la existencia de un mundo sin propósito ni finalidad, al menos por lo que a la vida y el ser humano se refiere.

Los biólogos aferrados a sus convicciones materialistas pretenden que la vida puede justificarse en su emergencia únicamente por las leyes de la química y en última extremo por lo tanto, como una resultante de las propiedades físicas de las partículas y los átomos que conforman las moléculas de la vida. Lo que pasa es que cuando a los verdaderos expertos en la materia (los físicos) se les pregunta su opinión al respecto, normalmente no lo ven tan claro como a los biólogos les gustaría. Por ejemplo, Schrödinger, en su libro mencionado establecía con meridiana claridad que las especiales características de los organismos vivos ( en particular, ese enigmático y desafiante “hacer cosas” que les caracteriza) no pueden ser explicados por las leyes naturales que conocemos y que, como consecuencia, era previsible que en las próximas décadas subsiguientes “nuevas leyes” rectoras de la materia serían descubiertas. Setenta años después seguimos esperándolas. Ya hemos comentado en estas páginas también por otra parte, cómo físicos de la talla de Pauli fueron específicamente críticos con el modelo darwinista.

Parece que hubiese una especial reticencia al paradigma darwinista por parte de los especialistas en la física cuántica, tal como se pone de manifiesto en los trabajos de Lothar Schafer (verificar) accesibles en los videos facilitados no hace mucho por nuestro comunicante habitual Arturo. Pero esta reticencia viene de lejos. Uno de los más eminentes representantes de la física del pasado siglo por sus decisivas contribuciones a la teoría de la física cuántica es Werner Heisenberg, autor del conocido principio de incertidumbre. Por tradición familiar Heisenberg aúna junto a su especialidad profesional una sólida formación humanista y un profundo conocimiento de la cultura clásica como se refleja en su excelente libro “Física y Filosofía” y donde se refiere entre otras cosas a los enigmas de la vida y a la teoría darwinista de la evolución. De su trabajo excelente extraemos algunos párrafos significativos: Continúe leyendo »

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mar 032012
 

Felipe Aizpun

Jerry Coyne es uno de los más conspicuos defensores de la ortodoxia darwinista. Debo confesar que es uno de mis autores favoritos, leer sus escritos es para mí una de las formas más tranquilizadoras de sentirme reafirmado en mis convicciones. Me refiero por supuesto a mis convicciones anti-darwinistas. Si todo lo que el darwinismo tiene que ofrecer a estas alturas del avance en el conocimiento científico es lo que Coyne repite cansinamente en sus artículos, entonces no hay duda de que un cambio de paradigma es la única vía de escape para el callejón sin salida en que se encuentra la biología evolutiva, y por añadidura, el debate sobre los orígenes. Al menos por lo que a la biología evolutiva se refiere, no hay duda de que eso mismo es lo que viene predicando James A. Shapiro desde hace tiempo, y de forma más decidida desde la reciente publicación de su polémico libro “Evolution; A View from the 21st Century”.

En un artículo reciente Shapiro vuelve a cargar contra la ortodoxia dominante y pone de manifiesto los puntos esenciales de la doctrina que sustenta la Teoría Sintética moderna y que él considera que no se acomodan al conocimiento científico actual.

1. El gradualismo darwiniano, heredero del uniformitarianismo de la geología de Lyell, exige que todas las especies se hayan formado por la acumulación de pequeñas modificaciones casi imperceptibles

2. La generalización de las variaciones en una población se ha producido como consecuencia de su correspondiente ventaja adaptativa (selección natural)

3. El proceso es estrictamente fortuito; las variaciones surgen por azar sin suponer una respuesta específica al ambiente y no están orientadas a obtener concretas ventajas adaptativas. Continúe leyendo »

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ene 052012
 

Felipe Aizpun

La Universidad de Navarra es una de las instituciones de enseñanza más prestigiosas en el seno de la Iglesia Católica. Promueve una página denominada “Ciencia Razón y Fe” dedicada a publicar artículos y comentarios en torno al siempre vibrante tema de la conciliación entre ciencia, religión y filosofía. Fundada en su momento por el recordado Profesor Mariano Artigas, desde su fallecimiento es D. Santiago Collado el máximo responsable de su línea editorial y autor de algunos de sus artículos, y en especial de los que se han ocupado de valorar el actual debate en torno al evolucionismo y el papel en el mismo de las teorías del Diseño Inteligente (DI). De sólida formación tanto científica como filosófica al igual que su predecesor, D. Santiago Collado ha venido manteniendo un criterio de contemporización con la comunidad científica en relación al modelo del evolucionismo darwinista así como una actitud poco entusiasta en torno a los escritos del movimiento del Diseño Inteligente, lo que encaja por otra parte de forma armoniosa con sus estrechas relaciones con la controvertida Fundación Templeton que ha financiado alguno de sus proyectos de investigación. En algún otro momento ya nos hemos pronunciado sobre lo que consideramos una representación equivocada por su parte de los argumentos del movimiento del DI y como consecuencia, una valoración científica y filosófica inadecuada del mismo. Pues bien, en este artículo fechado en 2010 pero recientemente incorporado a la página mencionada, Collado parece persistir en sus planteamientos, en mi modesta opinión, claramente desafortunados.

Collado comienza su artículo exponiendo una relación de diferentes enfoques intelectuales en relación al debate del evolucionismo y sus posibles implicaciones filosóficas y religiosas. La introducción resulta ya decepcionante por cuanto que parece asumir como un dato pacíficamente aceptado la supremacía del paradigma darwinista y del hecho evolutivo tal como lo describe la Teoría Sintética Moderna a la que considera plenamente vigente, si bien necesitada de algunos retoques para acomodar recientes descubrimientos. Este planteamiento mantiene la confusión, ampliamente extendida en el debate desde hace décadas, entre evolucionismo y darwinismo, obviando que el paradigma dominante no es en realidad otra cosa que una teoría explicativa del hecho evolutivo (una más) en términos de mecanismos y causas puramente naturales, y que la discrepancia con el mismo no implica en absoluto rechazar el hecho evolutivo en sí ni apostar por un modelo fijista de la aparición de las especies. Continúe leyendo »

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oct 262011
 

Felipe Aizpún

Uno de los conceptos más controvertidos en el debate sobre la evolución es la diferencia entre lo que se ha venido llamando microevolución y lo que conocemos habitualmente como macroevolución. Ya hemos comentado en anteriores ocasiones, cómo esta confusión interesada ha venido suponiendo un concepto distorsionador del conocimiento científico y un prejuicio ideológico que ha limitado y confundido durante décadas la labor de los investigadores. Vale la pena que hagamos una reivindicación exigente e imperiosa. La de proclamar que los procesos de cambio de los seres vivos no son en absoluto reducibles a un único modelo, ni desde el punto de vista de los mecanismos actuantes ni desde el punto de vista de la finalidad que los impulsa y dirige. Sólo si abrimos nuestra mente a una concepción más amplia y nunca uniformadora de dichos procesos podremos avanzar con seguridad en el conocimiento de los organismos biológicos y de su historia.

Creo que no es desacertado proponer que podemos distinguir al menos cuatro tipos de procesos de cambio diferentes. Por un lado, encontramos procesos de cambio fortuitos, verdaderas mutaciones en el sentido darwinista tradicional del término, que se producen de forma accidental y que probablemente podamos identificar de manera general como errores de transcripción en la secuencia de nucleótidos del ADN. Sobre este tipo de transformaciones sabemos que generalmente son cambios deletéreos, desorganizaciones del genoma que acarrean disfunciones y enfermedades. Ocasionalmente alguno de estos errores de transcripción pueden desembocar en variaciones positivas, pero de acuerdo con el excelente trabajo del profesor Behe “Experimental Evolution, Loss of Function Mutation, and the First Rule of Adaptive Evolution” (The Quarterly Review of Biology, Diciembre 2010) tales ventajas funcionales suelen provenir de la pérdida o modificación de funciones moleculares preexistentes. Además, es también importante reseñar que, al margen del origen de la novedad, la generalización en una determinada población de algún rasgo novedoso no implica que se haya producido necesariamente según la lógica del discurso darwinista por su ventaja adaptativa y su superioridad reproductiva sino que, no es descartable, tal como propone la teoría neutralista de Kimura y de no pocos se****res de sus opiniones, que sea consecuencia de un simple proceso de deriva genética que asegure la estabilización de un determinado rasgo novedoso en una población dada. En este ámbito no hay que olvidar que el discurso adaptacionista no es otra cosa que un mantra auto-impuesto, un dogma asumido como certeza para dotar de consistencia al mecanismo naturalista de emergencia de las formas biológicas novedosas.

En segundo lugar parecen existir cambios de carácter finalista y adaptativo. Estos cambios han sido descritos profusamente en el libro de Shapiro que nos ha ocupado recientemente un buen número de comentarios (Evolution; a view fron the 21st Century). Estos eventos, si hemos de aceptar como consistentes las conclusiones de Shapiro apoyadas en una enorme cantidad de literatura científica, se definen como producto de procesos de ingeniería genética y representan episodios de respuesta específica a cambios concretos acaecidos en el entorno del organismo vivo. Dos características importantes los definen. Una, que las respuestas tienen que formar parte necesariamente de un acervo de posibilidades programadas que se desencadenan por procesos semióticos de señales, identificación y respuesta. Y dos, que son de naturaleza teleológica y están destinados a garantizar la supervivencia y conservación de los organismos que los experimentan. Continúe leyendo »

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