Felipe Aizpun
¿Porqué hay algo en vez de nada?
El físico teórico de la Universidad del estado de Arizona Lawrence Krauss nos ofrece una respuesta de tintes puramente materialistas en su reciente libro “A Universe From Nothing: Why There is Something Rather tan Nothing”. Krauss ha conseguido últimamente una merecida reputación como divulgador científico tanto por artículos y libros como por algunos videos difundidos en Youtube de forma exitosa. Su último libro ha obtenido un entusiasta apoyo de algunas de las vacas sagradas del ateísmo más recalcitrante (y con el que Krauss se siente perfectamente identificado) como Sam Harris o Richard Dawkins. Este último se ha extendido en elogios hasta comparar el libro de Krauss nada menos que con “El Origen de las especies” de Darwin en cuanto a la similar significación que ambos planteamientos pueden tener como propuesta científica capaz de desbancar las inferencias habituales de diseño que la Naturaleza nos invita a concebir, en el orden del cosmos por un lado, en los seres vivos por otro. El propio Krauss concede la inevitable apariencia de diseño y de finalidad que del exquisito ajuste de las variables físicas parece desprenderse. Pero de la misma manera que supuestamente Darwin nos ha mostrado el camino para la emergencia del “diseño sin diseñador” en las formas vivas, también él pretende ofrecernos la receta para la conformación de nuestro particular y sorprendente cosmos sin necesidad de recurrir a una explicación de tipo trascendente.
El mensaje aparentemente es claro y directo; un estado definible como un vacío cuántico sería un escenario suficiente para comprender que todo lo materialmente existente puede haber emergido de forma espontánea de la nada, o al menos eso es lo que parece desprenderse del título y de los titulares que acompañan a la promoción del libro. Krauss sigue así el camino emprendido hace un par de años por Stephen Hawking en su libro “The Grand Design”, la argumentación de que la realidad material se explica por sí sola, y todo ello acompañado de un desprecio profundo por las reflexiones filosóficas. No hace falta decir que ambos mensajes se complementan mutuamente; sólo desde la ignorancia y el desprecio hacia la imprescindible dimensión filosófica del conocimiento humano se puede proponer una boutade tal.
Las primeras críticas (y nada caritativas por cierto) le llegaron desde el New York Times de la pluma del prestigioso físico y filósofo de la ciencia de la Universidad de Columbia David Albert:
La particular y eternamente persistente base física elemental del mundo, de acuerdo con los postulados estándar de la teorías de campos cuánticos relativistas, consiste (no sorprendentemente) en campos cuánticos relativistas… lo cuál no nos dice absolutamente nada sobre el origen de dichos campos, o porqué el mundo tiene que consistir en campos de esta particular clase, o porqué debería de haber consistido en campos de cualquier naturaleza, o por qué debería de existir un mundo en primer lugar. Punto. Caso concluido. Se acabó la historia.
Albert resulta rotundo y claro en su crítica a Krauss hasta rayar en la descortesía, pero es que francamente la propuesta de Krauss, jaleada por los medios adictos al materialismo imperante resulta bochornosa. Tal como nos explica Albert, lo que la física cuántica nos enseña es simplemente que la concepción tradicional heredada de la ciencia de Newton y sus contemporáneos que asumía la existencia de partículas elementales como última expresión de la realidad material es una representación inexacta de dicha realidad. Ahora sabemos que no es así, y que la última expresión de la materialidad según el conocimiento presente son campos cuánticos relativistas y que las partículas no son otra cosa que específicas disposiciones o expresiones de dichos campos. Así por ejemplo, nos dice Albert, una específica disposición de dichos campos se correspondería con un Universo compuesto de 14 partículas, otras disposiciones se corresponden con un Universo de 276 partículas, otras con un número infinito de partículas y otras con un Universo exento de partículas por completo en lo que se imagina puede haber sido un vacío cuántico. Albert se pregunta, “¿por tanto, en qué demonios estaba pensando Krauss?” Y añade que Krauss creía tener un argumento para defender que tales hipotéticos estados de vacío cuántico serían inestables y que eso explicaría la emergencia fortuita del Universo conocido. Continúe leyendo »
