sep 132011
 

Felipe Aizpún

El rechazo del darwinismo

Shapiro deja claro desde la primera página del libro que el objeto de la búsqueda es el proceso emergencia de novedades biológicas, que no es la selección sino la innovación el objeto central de la indagación evolutiva. Sin variaciones y novedades, nos dice, la selección no tiene nada sobre lo que actuar. Desde el inicio manifiesta abiertamente su rechazo al discurso tradicional del neo-darwinismo y niega que la modificación de las formas vivas pueda explicarse como un proceso puramente fortuito, carente de una finalidad intrínseca. Ni el azar ni un accidente pueden ser postulados como justificaciones suficientes del proceso. A Shapiro no le duelen prendas en declarar que la adopción del discurso propio de la ortodoxia tradicional en este sentido tiene un componente ideológico y que aferrarse al mismo es explicable como una posición enfocada a rechazar la presencia de cualquier agente sobrenatural en el proceso tal como desde instancias religiosas se venía postulando en el pasado (pág. 2).

Desafortunadamente el proceso parece haberse invertido y son ahora quienes se aferran al discurso puramente estocástico quienes se alejan de la racionalidad científica al desconocer las conclusiones de las observaciones y evidencias recogidas en las últimas décadas. Las observaciones, nos dice Shapiro (pág. 2) confirman que los procesos de cambio observables son de naturaleza esencialmente adaptativa, responden a influencias ambientales de cambio, se desarrollan según patrones identificables y actividades biológicas específicas. De esta forma, la insistencia en el origen puramente fortuito y no dirigido a resultado funcional alguno procede de compromisos ideológicos; “hace falta mucha fe”, nos llega a decir Shapiro (pág 134), para creer que un proceso de cambio fortuito o accidental en el genoma puede producir las novedades funcionales que son capaces de desarrollar las complejas maquinarias moleculares de las células vivas.

Shapiro nos enfrenta así a una disyuntiva: frente a la propuesta tradicional de un proceso de cambio regido por la acumulación de mutaciones fortuitas, él nos ofrece una alternativa que ha constituido el objeto principal de su actividad profesional en los últimos años: la ingeniería genética natural. Básicamente lo que nos propone es la idea de que los organismos vivos se cambian a sí mismos en procesos estrictamente naturales de acuerdo con patrones de respuesta orientados a una finalidad y sobre la base de una maquinaria molecular específica. En definitiva, la ingeniería genética molecular se supone que describe la capacidad de las células vivientes para manipular y reestructurar las moléculas de ADN que constituyen su propio genoma. Continúe leyendo »

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jun 102011
 

Por Felipe Aizpún

225

Hace algunas semanas anunciábamos el lanzamiento de un libro editado por Paul Davies y titulado “Information and the Nature of Reality” (Cambridge University Press 2010). Entre los artículos que contiene dicho libro se encuentra uno firmado por el célebre John Maynard Smith con el título de “The Concept of Information in Biology”. El libro de Davies tiene como motivo principal de los diferentes artículos la promoción de la idea de que la capacidad de los entes naturales para almacenar y procesar información nos abre la puerta a una nueva época en la historia del conocimiento humano. La información es una realidad formal presente en la Naturaleza. En definitiva, el modelo tradicional de representación del mundo real, sobre la base de la materia y la energía sometidas a las leyes de la física, se ha quedado obsoleto. El mundo real no es totalmente comprensible si no añadimos una cuarta pata al tablero de la mesa, la existencia de la información como dato constatable de la realidad, como una realidad formal, abstracta y con capacidad de prescribir la fisicalidad.

Me adelanto a aclarar que no todos los autores representados en el libro parten de presupuestos filosóficos similares y que por lo tanto, resulta del mayor interés observar cómo algunos, desde prejuicios materialistas o naturalistas tratan de acomodar los nuevos descubrimientos en el seno de un paradigma que está a punto de reventar por sus cuatro costados. Un ejemplo de tan difícil equilibrio es el que nos ofrece el artículo de John Maynard Smith (JMS) aludido y que se enfrenta al enigma de la información prescriptiva en el genoma de los organismos vivos, y de forma especial en los organismos pluricelulares. El artículo fue publicado originariamente en la revista Pilosophy of Sciences en Junio de 2000, es enormemente revelador y merece la pena dedicarle la pequeña serie de tres artículos que ofreceremos en ésta y próximas entregas a nuestros lectores.

JMS (1920-2004) fue un genetista inglés especializado en biología evolutiva, y se confirmó como una de las figuras claves del movimiento neo-darwinista en la segunda mitad del pasado siglo. De ideas marxistas en su juventud, su carrera profesional se inició como ingeniero aeronáutico para, al poco tiempo, dar un giro radical hacia el campo de la biología y la ecología bajo la influencia del prestigioso científico evolucionista J.B.S. Haldane. Adscrito al University College London se interesó por la experimentación en el campo de la genética de poblaciones, desarrolló el concepto de teoría de juegos aplicado al campo de la evolución y contribuyó con multitud de libros y trabajos a cimentar las bases teóricas del paradigma neo-darwinista. Continúe leyendo »

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may 152011
 

Por Felipe Aizpún
225

No es difícil encontrar en Internet estupendos videos de animación que nos muestran los asombrosos mecanismos de funcionamiento intracelular. Hoy traemos uno que se acompaña con palabras de fondo extraídas de una conferencia de Stephen C. Meyer, autor del imprescindible “Signature in the cell”. Aunque no de forma literal y exhaustiva acompañaremos el video con un texto que contiene lo esencial de las palabras de Meyer. Dice Meyer:

La genética de poblaciones se estableció en los años 20 y 30 antes de la revolución en biología. Por ello realizó un buen número de suposiciones que no están bien fundamentadas; entre ellas que resulta fácil producir nuevos rasgos por mutación. Se entendía que era fácil; simplemente se modifica un gen y como consecuencia se obtiene un nuevo rasgo. Desde 1953, el reconocimiento de que los genes son en realidad secciones de un código digital a lo largo de la molécula del ADN hizo que esta suposición de la genética de poblaciones tuviera que ser revisada. En el seno del modelo neo-darwinista y su estructura matemática de la genética de poblaciones, el problema de la generación de nuevas formas biológicas deviene más complicado ya que lo que requiere fundamentalmente es nueva información, es decir, complejidad especificada en la conformación de las secuencias (del ADN).

Si pensamos en la mutación de algo nos damos cuenta de que necesitamos información para construir un nuevo organismo, es como si necesitamos nueva información para dar a nuestro ordenador una nueva función y si pensamos en la revolución de la información ello suscita nuevas cuestiones sobre el poder de las mutaciones. Pensad una cosa; tenemos una secuencia de información digitalizada, un texto alfabético por ejemplo, y decidimos cambiar de forma aleatoria, ciegamente, algunos signos. ¿Qué sería más probable que ocurriera, que degradásemos la información contenida en el texto o que incrementáramos dicha información? Sin duda sería más probable que se degradara. Y la razón para ello es que la relación entre las opciones resultantes que contengan un significado real frente a las opciones que carecen de significado es mínima. Continúe leyendo »

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