may 202012
 

Felipe Aizpun

No cabe duda de que los procesos de ajuste al entorno por una parte, pero en general los procesos de desarrollo embrionario en su conjunto, representan un ejemplo paradigmático de procesos cibernéticos en los que la existencia de mecanismos de regulación y control permanente, no gobernados por un determinismo físico-químico detectable, definen los episodios de crecimiento y conformación de la forma biológica. Y no cabe duda de que la idea de la existencia de instrucciones nos remite inevitablemente a eventos gobernados por esa realidad formal que es la información de carácter prescriptivo. Pero lo que interesa es definir en la medida de lo posible la naturaleza de los procesos que producen el gobierno cibernético del desarrollo embrionario y la consecución de la forma biológica. Pigliucci nos da algunas pistas y nos sitúa así de lleno en el ámbito de los procesos semióticos.

En efecto, apoyándose en un trabajo de Roggen et al. de 2007 titulado “Evolutionary Morphogenesis for multi-cellular Systems”, en Pigliucci 2011 nos advierte de que la codificación en el desarrollo (“developmental encoding”) está basada en el despliegue de dos procesos diferentes: una primera fase de señalización donde la información es comunicada localmente en el interior de un circuito dado, y una segunda fase de expresión en la que las células o sus componentes locales del circuito adoptan una concreta etapa funcional dependiendo de la señal recibida. Pigliucci no lo menciona, pero esta es la descripción exacta de un proceso semiótico basado en la interpretación de signos para desencadenar respuestas predeterminadas. Por supuesto un proceso semiótico está sustentado sobre la existencia de códigos orgánicos y memorias orgánicas cuya naturaleza formal debe ser justificada. Quizás para evitar tan embarazoso compromiso Pigliucci pasa de puntillas sobre el carácter semiótico del proceso y se limita a mencionar su explicación como un avance de las ciencias de la computación.

Vale la pena hacer un alto en el camino, recapitular a dónde nos han llevado las reflexiones de nuestros amigos materialistas en su esfuerzo por describir los misterios del proceso de desarrollo embrionario, para dar un último asalto al intento de justificación causal del mismo. Nos han dicho que ninguna teoría en torno a la evolución puede sustentarse sin una explicación coherente del proceso del desarrollo embrionario. La embriología es por tanto una de las bases imprescindibles para el pensamiento evolucionista. El desarrollo por su parte no puede justificarse únicamente desde la genética, el genoma no es un mapa del organismo a desarrollar ni tampoco un programa informacional que despliegue su desarrollo. El programa, si es que existe tal cosa, reside a nivel celular no a nivel de los genes, y el proceso de regulación del desarrollo se sustenta, no sobre procesos determinísticos físico-químicos sino sobre eventos de control y regulación de naturaleza cibernética. Los mecanismos de control a su vez están gobernados por procesos de naturaleza semiótica que se sustentan en el carácter cognitivo y sintiente de las células que son las que, en palabras de Francis, toman las “decisiones” para la expresión de los genes y se conducen mediante el reconocimiento de señales celulares y respuestas específicas a dichas señales. Hasta aquí los datos que la ciencia nos muestra. Lo que procede a continuación es señalar las causas más razonables que pueden explicar la existencia y naturaleza de un proceso tal. Continúe leyendo »

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may 132012
 

Felipe Aizpun

En su reciente libro “A Universe from Nothing” (Un Universo de la Nada), el físico de la Universidad del Estado de Arizona Lawrence Krauss vuelve a recordarnos que la Naturaleza “parece” mostrarnos una huella apabullante de diseño por doquier. Dice Krauss: “La apariencia de un propósito es quizás el espejismo más generalizado en la Naturaleza al que la ciencia tiene que enfrentarse a diario. A donde quiera que miremos parece que el mundo haya sido diseñado para que podamos surgir en él”. Dado que el objeto del libro es defender la auto-creación del Universo desde la nada en el más estrafalario monumento a la sinrazón materialista jamás escrito, no es de extrañar que añada poco más adelante lo siguiente: “Y por lo que se refiere a la diversidad de la vida en la Tierra, tal como Darwin describiera hace más de 150 años y los experimentos han confirmado desde entonces, la selección natural puede justificar la diversidad y el orden de las formas biológicas en evolución sin necesidad de un plan que lo gobierne”. Lo cuál se suma a la famosa sentencia de Dawkins de que la biología es el estudio de cosas complejas que parecen haber sido diseñadas para un propósito (pero que no lo han sido).

El problema es que la observación experimental, en contradicción con lo que afirman tan a la ligera Krauss y Dawkins no ha podido nunca documentar ningún ejemplo de especiación, es decir, ninguna auténtica evolución de “formas biológicas” tal como expresamente señala el físico de Arizona, por mecanismos darwinistas. En un reciente post sobre la evolución y el desarrollo sacábamos a relucir precisamente el problema de la forma y señalábamos la absoluta impermeabilidad del paradigma darwinista al problema de la justificación de la forma biológica. En este post comenzaremos a reflexionar sobre si existen soluciones al problema de la forma, no sólo ya en el marco del paradigma darwinista (que no las hay) sino incluso en el más amplio marco de una teoría naturalista más comprensiva del fenómeno evolutivo. Lo que se trata de estudiar es si el diseño aparente en la Naturaleza debe reivindicarse como un diseño realmente originado en una causa inteligente o si por el contrario, existen datos suficientes aportados por la observación empírica que permiten afirmar que la complejidad y organización de los seres vivos pueden haber surgido de manera fortuita. Nos serviremos para ello de recientes trabajos de dos autores que se adscriben de manera decidida en esta perspectiva naturalista, Richard C. Francis, neurobiólogo de formación y escritor científico autor del reciente libro “Epigenetics, The Ultimate Mystery of Inheritance” y el más conocido Massimo Pigliucci promotor y editor del libro “The Extended Synthesis”; ambos autores han afrontado precisamente el problema de la explicación del origen de la forma biológica y de la causación genotipo-fenotipo. Continúe leyendo »

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