mar 122012
 

Cristian Aguirre

¿POR QUÉ EXISTE ALGO EN LUGAR DE NADA?

¿Tuvimos que existir por causa de algún propósito previo o somos resultado de un accidente sin sentido? ¿Cuál es la causa que produjo la ignición cósmica? ¿Qué hizo que las ecuaciones que describen la física que conocemos empiecen a actuar en lugar de quedar congeladas en un mundo platónico de ideas?

Se ha buscado responder estas preguntas tanto desde el ámbito filosófico como también desde el físico. Desde esta última perspectiva Stephen Hawking tiene su propia respuesta a esta trascendente pregunta. En su libro titulado “El Gran Diseño” Hawking nos dice que la respuesta a por qué existe algo en lugar nada se debe a que nuestro universo es simplemente producto de una fluctuación accidental del falso vacío. Por eso existimos, por un mero accidente que no lleva implícita ninguna finalidad ni sentido.

Él dice lo siguiente:

“En efecto, como la gravedad da forma al espacio y al tiempo, permite que el espacio tiempo sea localmente estable, pero globalmente inestable. A escala del conjunto del universo, la energía positiva de la materia puede ser contrarrestada exactamente por la energía gravitatoria negativa, por lo cual no hay restricción a la creación de universos enteros. Como hay una ley como la gravedad, el universo puede ser y, será creado de la nada en la manera descrita en el capítulo 6. La creación espontánea es la razón por la cual existe el universo. No hace falta invocar a Dios para encender las ecuaciones y poner el universo en marcha. Por eso hay algo en lugar de nada, por eso existimos.” El Gran Diseño. Pag.195

Sin embargo, Hawking debe también proponer algo que dé cuenta de la formidable complejidad de las estructuras que nuestro universo contiene y de las más complejas que conocemos: la vida. Para hacerlo Hawking recurre a los trabajo del matemático John Conway. Este en los años 70 creó un juego llamado “Vida”. El mismo no se trata en realidad de un juego, sino más bien de una simulación en la cual Conway y sus alumnos pudieron probar cómo, creando un escenario en el cual se crean unos actores sometidos a reglas sencillas (leyes de reacción), se puede producir una gran complejidad. Si este juego Vida es de alguna forma una simulación sencilla de lo que es el universo ¿No podríamos entonces esperar que las más complejas leyes de la naturaleza sean también poderosas para producir una enorme complejidad del grado de la vida? Esa es pues la expectativa de Conway, Hawking, Susskind y muchos otros. Continúe leyendo »

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may 292011
 

Por Cristian Aguirre

En anteriores post se trato la capacidad de los AG informáticos para refrendar la capacidad de los organismos biológicos de encontrar soluciones adaptativas eficaces ante cambios ambientales. Estos cambios de función y morfología vistos por Darwin en el siglo XIX le motivaron a concluir que este fenómeno puede extrapolarse a todo el desarrollo biológico a partir del origen de la vida e incluso más allá, desde el inanimado reino de la materia inorgánica.

Sin embargo, considerando todo lo que hoy sabemos sobre la maquinaria molecular biológica, a diferencia de lo conocido en la época en la cual Charles Darwin propuso su Teoría de la Evolución Biológica, resulta muy difícil, sino imposible, realizar hoy esta extrapolación. Y si hoy subsiste una gran fe en ella en gran parte del consenso científico actual es más por el influjo del dogma que por el dictado de la realidad como veremos a continuación.

La evolución “horizontal” es aquella que no implica incremento de complejidad funcional neta, aunque permite cambios morfológicos adaptativos que pueden ser espectaculares como es el caso, por ejemplo, del pez espinoso que presenta dos subespecies uno con espina dorsal y otro sin ella. Este cambio se produce por la inhabilitación de un intensificador. Este es un parámetro epigenético que funciona como un interruptor; si esta encendido indica que un gen pueda expresarse en la fase de desarrollo de la espina dorsal, si está bloqueado entonces no se desarrolla dicha espina dorsal. El resultado es notable y determina que uno sobreviva mejor en aguas profundas y el otro en aguas superficiales. Como vemos este es un ejemplo típico de evolución “horizontal”. Si habláramos de cómo un procariota se convierte en eucariota y luego de ser protista se convierte en un pluricelular acuático que luego se convierte en anfibio, en reptil, ave y luego mamífero ya no hablaríamos de evolución “horizontal”, sino de una autentica evolución “vertical”. Continúe leyendo »

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may 252011
 

Por Cristian Aguirre


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Los AG nos dan una brillante posibilidad de analizar con mayor claridad cual es el poder real del mecanismo evolutivo propuesto por el Darwinismo en el escenario de la biología real. Para analizar este asunto es conveniente proponer dos conceptos de evolución biológica que definan de que tipo de evolución hablamos.

El primer tipo de evolución la podríamos llamar “Evolución horizontal” y concierne a todo cambió adaptativo morfológico que no implica incremento de complejidad funcional.

El segundo tipo de evolución es la “Evolución vertical” la cual concierne a todo cambio con incremento de complejidad funcional. Esta es el tipo de evolución que implicaría que una simple célula procariota termine en un pluricelular complejo como un ser humano.

¿A cual de estos tipos de evolución refrendan los AG? ¿O puede refrendarlos a ambos?

Antes de responder a estas preguntas y describir con mayor profundidad en qué consisten estos tipos de evolución es necesario primero definir adecuadamente la complejidad y como cuantificarla.

Podemos definir la complejidad de un sistema como el conjunto de todos los casos posibles para un particular número de componentes, rangos de magnitudes y  las posibles disposiciones que puedan tener entre sí. Continúe leyendo »

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