Seducción del paradigma evolutivo

Hasta aquí me he concentrado en discutir los argumentos críticos de dos autores muy conocidos y representativos de la metafísica AT tradicionalmente ligada al catolicismo, incluyendo también el socorrido argumento de las “causas segundas” de esta metafísica, que también se encuentra en filósofos y teólogos del protestantismo, como razón del rechazo de la TDI. En lo que concierne a los intelectuales del grupo protestante, su reacción frente a la TDI no ha sido tan negativa y generalizada como en los sectores influidos por la metafísica AT. Los grupos más conservadores del protestantismo han aceptado la TDI como un hecho evidente de la Creación de Dios, y sus discusiones y polémicas se han centrado más en detalles y ajustes teológicos frente a la propuesta de esta tesis, que en una crítica a su validez. Los intelectuales protestantes menos conservadores han mostrado resistencia a la TDI y muchos han optado por un teísmo evolutivo. Revisaremos muy brevemente el movimiento conservador protestante conocido como Creacionismo.

En la corriente religiosa denominada Creacionismo se puede distinguir dos versiones, una que hace una lectura estricta y concreta del Génesis, defendiendo la edad de la Tierra como de solo seis a diez mil años (“Young Earth Creationism”) (Creacionismo de Tierra Joven), y sosteniendo que Dios creó el mundo en seis días. La otra versión es más flexible en sus interpretaciones de la Biblia y se acerca a las opiniones científicas contemporáneas aceptando una edad de la Tierra, larga y prolongada (“Old Earth Creation”), con una acción divina de ‘creación progresiva’, esto es, de intervenciones puntuales de Dios en el curso de la historia del universo (Creacionismo progresivo o especial). Ambas versiones no tienen mayor dificultad en aceptar la detección científica de diseño de la TDI; para el Creacionismo, las estructuras biológicas especificadas de la TDI, no ofrecen un desafío especial, puesto que Dios es el creador de todo lo existente, lo que según estos adherentes a esta visión de la Biblia, la ciencia lo iría demostrando. El Creacionismo naturalmente no acepta la evolución neo-darwiniana –no-guiada–, pero es necesario señalar, muy particularmente para la vertiente del creacionismo de ‘creación progresiva’ o especial, que como en todas las corrientes teológico/religiosas hay variaciones en matices doctrinarios y distintos ajustes a los conocimientos científicos predominantes, incluso a algunos aspectos del evolucionismo; esta situación genera como es de figurar, disputas y controversias, y dificultades en el deslinde de ciencia y teología/religión, aunque las intervenciones divinas en la versión de “creación progresiva”, se concentran principalmente en la codificación y recodificación de información en la naturaleza, para lo que las ciencias tradicionales no cuentan con un poder causal que los explique.

Muchos críticos de la TDI sostienen que esta tesis es básicamente una forma de ‘creacionismo’, lo que hace necesario en este artículo, disipar esta confusión. Como ya hemos señalado en el primer Post de esta serie, es claro que la TDI emerge y permanece en la ciencia tradicional, sin incurrir en elaboraciones de tipo metafísico/teleológico; su propuesta de acción inteligente en las estructuras biológicas funcionales está firmemente anclada en observaciones empíricas, y permanece en el terreno científico, proveyendo nuevas avenidas para la investigación y comprensión de los fenómenos biológicos. En cambio, el movimiento Creacionista –particularmente el Creacionismo de la tierra joven–, es una doctrina que usa un marco de referencia inicial teológico/religioso, para confirmarlo con las evidencias empíricas, no es una propuesta netamente científica como la TDI.

Como hemos señalado, tanto sectores de adherentes a la metafísica/teología AT, como autores protestantes resistentes a aceptar la TDI, han escogido cobijarse en una combinación de teísmo y neo-darwinismo, que se conoce como Teísmo evolutivo (TE); una posición superficialmente cómoda que se acomoda a dos tesis básicamente incompatibles. A continuación haremos una corta revisión de las características del neo-darwinismo, para mostrar su carácter mecanicista/materialista, que resulta claramente contrastante con el teísmo basado en la creencia de un Dios Todopoderoso y Omnisciente, creador de todo lo existente de acuerdo a su Voluntad.

El paradigma evolutivo de la geología, expandido a la paleontología, a la física, a la cosmología y a la biología, junto con la experiencia vivida del tiempo histórico de los seres humanos, se ha transformado en el marco conceptual de referencia obligada para estudiar todos los aspectos de la realidad, aunque no sepamos, ni podamos explicar los detalles del cómo ocurren estos cambios, particularmente en el campo de la biología. La evolución en biología ha sido dominada por la explicación Neodarwiniana; esta tesis es mecanicista, analítica y materialista. Los mecanismos básicos propuestos originariamente por Darwin son las leves variaciones espontáneas y heredables observadas en los individuos, y la selección natural que filtra –selecciona–, estas variaciones, con lo que con el tiempo, se van generando nuevas especies de organismos. Esta explicación, en el siglo XX se refina incorporando la teoría genética que parte con Gregor Mendel, para explicar las variaciones espontáneas como mutaciones genéticas fortuitas (no-guiadas) –variaciones discretas–, y se agrega la ‘teoría genética de poblaciones’, responsable del flujo y combinaciones de genes en los diversos ambientes de vida; esta modificación del darwinismo clásico se pasa a llamar “Neo-darwinismo” o “Teoría sintética de la evolución”. De manera que el movimiento evolutivo es no-guiado y ajeno a lo teleológico. Los organismos son concebidos como un conjunto de partes que se ordenan básicamente en forma fortuita, con lo desaparece la concepción funcional de organismo como una unidad teleológica, para pasar a ser una unidad mecánica generada por golpes del azar y ajuste al medio. La doctrina de la evolución Neo-darwiniana ha gozado de prestigio y credibilidad por varios decenios, nutrida esta popularidad por la ideología materialista que busca un bastión en ella, y en la ciencia tradicional (mecanicista). En los últimos lustros sin embargo, el avance imparable de la microbiología ha mostrado que las mutaciones genéticas tienen más bien un efecto deletéreo que constructivo, trastocando la información biológica que requiere una codificación bioquímica específica; y ha hecho evidente la creciente importancia de los factores epigenéticos en la expresión de la carga genética y en el ajuste al medio, y su repercusión en la herencia. Estos avances restan fuerza al predominio tradicional de lo genético, en el que se asientan los mecanismos neo-darwinianos. Hay que agregar además, la creciente conciencia de la complejidad organizada e integrada del funcionamiento biológico, que torna más inconcebible aún, la posibilidad de que los mecanismos básicos propuestos teórica y especulativamente por el neo-darwinismo, pudieran eventualmente ser demostrados fehacientemente por la ciencia.

Sin embargo, y a pesar de la obvia fragilidad de los fundamentos del neo-darwinismo, muchos teólogos y filósofos de distintas vertientes, se han arrimado a la aparente seducción de esta teoría, y de la ciencia mecanicista tradicional, para combinarla con su creencia teísta, que es patentemente ajena al mecanicismo materialista del neo-darwinismo. En el próximo Post revisaremos esta singular amalgama ecuménica de Neo-darwinismo y Teísmo, que ha cobrado una curiosa popularidad.

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